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martes, 20 de febrero de 2018

Devoción Matutina para Adultos

*🅰🅰 20 de Febrero | Devoción Matutina para Adultos | Crezcamos en Cristo como niños*

«Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación».1 Pedro 2: 2, NVI

Si anhelamos crecer espiritualmente, necesitamos ir a la fuente, que es Cristo Jesús y, como un niño indefenso, ser sostenidos por los brazos de Cristo. A propósito, Elena G. de White declaró por escrito: «El niño no puede por su esfuerzo o por su propio poder añadir nada a su estatura. Tampoco nosotros podremos, haciendo lo mismo, crecer espiritualmente. La planta y el niño crecen al recibir de la atmósfera circundante aquello que mantiene su vida: el aire, el sol y el alimento» (El camino a Cristo, cap. 8,pp. 100-101).
El aire y el sol simbolizan la presencia de Cristo en nuestro corazón. El alimento es la Palabra de Dios que llena diariamente nuestra vida. El apóstol Pablo nos aconseja: «Que habite en ustedes la Palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón» (Colosenses 3:16, NVI).
El niño crece más fuerte y sano si es alimentado con la leche de la madre, porque procede de quien lo trajo al mundo. Y el bebé la desea naturalmente. Por eso, nuestro Señor Jesucristo dijo: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados» (Mateo 5:6). Si no tenemos hambre y no comemos, terminaremos desnutridos aunque haya suficiente alimento. El niño que no se alimenta, no crece. La persona que no se alimenta adecuadamente de la Palabra de Dios carece de fuerzas; no crecerá normalmente y finalmente morirá.
El Señor Jesús mencionó en su oración pastoral: «Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad» (Juan 17: 17). La Palabra de Dios es el alimento que hace crecer al creyente.
El deseo del Señor es que crezcamos en la gracia, la fe y el cuerpo de Cristo, para que su amor abunde cada vez más en nuestra vida. Porque donde haya vida, habrá crecimiento y fructificación. Pero a menos que crezcamos en la gracia, nuestra espiritualidad se empequeñecerá y será enfermiza y estéril. Únicamente mediante el crecimiento podremos cumplir el propósito de Dios.
Elevemos y fijemos nuestra mirada hoy en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.

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