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martes, 30 de enero de 2018

Devoción Matutina para Adultos

Devoción Matutina para Adultos | Orar: una tarea de la iglesia

«Hermanos, escojan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y de sabiduría, para encargarles esta responsabilidad.
Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministeño de la palabra». Hechos 6: 3-4

La experiencia de la iglesia primitiva sigue siendo admirable. Gracias a la dedicación, a la oración y a la unidad que procuraron tener, experimentaron un crecimiento extraordinario, no solamente en el número de miembros, sino también en la vida espiritual, en la madurez doctrinal y en la salud física. Cuando se reunieron en el aposento alto, fue para orar y esperar la promesa del descenso del Espíritu Santo.
La oración constituyó el centro de la vida espiritual y de todas las actividades de la iglesia primitiva. Oraban para elegir a sus dirigentes, para resolver sus problemas durante la persecución, para predicar con poder el evangelio y para pedir sanidad. Cuando Pedro y Juan fueron juzgados ante el concilio y luego liberados, los dos apóstoles regresaron con el grupo de cristianos. La iglesia se unió en oración suplicante ante el Dios soberano, pidiendo su intervención. Cuando terminaron de orar, el lugar en el que estaban reunidos tembló y todos fueron llenos del Espíritu Santo para testificar con poder de la Palabra (ver Hechos 4: 31). La iglesia se llena de poder cuando se une en oración.
Esteban, uno de los grandes hombres de Dios en el libro de Hechos, era un hombre de oración. Un grupo que se oponía al evangelio disputaba con él, pero no podía resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba. Cuando lo apedrearon, Esteban cayó de rodillas, clamando a gran voz: «“Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Habiendo dicho esto, durmió» (Hechos 7:60). Aun en sus últimos momentos de vida, Esteban pronunció una oración de intercesión por aquellos que lo apedreaban.
Elena G. de White resalta el poder de la oración: «Las mayores victorias de la iglesia de Cristo o del cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la educación, la riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se alcanzan en la cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa y agonizante se aferra del poderoso brazo de la omnipotencia» (Patriarcas y profetas, cap. 18, p. 179).
Como iglesia de Dios en los últimos días, debemos reunirnos para orar y esperar el cumplimiento de la promesa del derramamiento del Espíritu Santo en la lluvia tardía. La oración traerá victorias y poder para proclamar el mensaje. ¡Ojalá que los momentos más dulces que pasemos con Jesucristo sean a través de la oración!

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