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domingo, 4 de marzo de 2018

QUIEN SE DIVORCIA NO ENTIENDE LA RELACION DE DIOS CON SU IGLESIA

QUIEN SE DIVORCIA NO ENTIENDE LA RELACION DE DIOS CON SU IGLESIA

El problema más grande que existe con los matrimonios hoy, es que no se dan cuenta que el matrimonio es un tipo de Cristo y la iglesia.

“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo. Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia”.-Efesios 5:32

La Biblia dice que cuando una persona acepta a Cristo como su Salvador, ellos nacen de nuevo y que son parte de la novia de Cristo (Apocalipsis 21:2, 9, y 17) la cual las Escrituras llama la iglesia (Colosenses 1:18 y 24). Pablo dice esto a la iglesia en Segunda Corintios 11:2, "Pues que os celo con celo de Dios; pues os he desposado á un marido, para presentaros como una virgen pura á Cristo."
Cristo es nuestro esposo desposado. Él es nuestro novio. Y nosotros, la iglesia (todos los creyentes nacidos de nuevo), nos casaremos con Él algún día en el matrimonio del Cordero.
Pero a los ojos de Dios ya le pertenecemos. Ya estamos casados. Porque somos una sola carne (Colosenses 1:24). ¡Nosotros como creyentes ya somos parte del cuerpo de Cristo (Primera Corintios 12:27)!
Para ver y entender como esto se aplica al matrimonio, debemos mirar un capitulo especifico sobre el tema: Efesios 5:22-33 Dicen lo siguiente:

"Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. Así que, como la iglesia está sujeta á Cristo, así también las casadas lo estén á sus maridos en todo. Maridos, amad á vuestras mujeres, así como Cristo amó a la Iglesia, y se entregó á sí mismo por ella, para santificarla, limpiándola en el lavacro del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar á sus mujeres como á sus mismos cuerpos. El que ama á su mujer, á sí mismo se ama. Porque ninguno aborreció jamás á su propia carne, antes la sustenta y regala, como también Cristo á la iglesia; porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se allegará á su mujer y serán dos en una carne. Este misterio grande es: mas yo digo esto respecto á Cristo y á la iglesia. Cada uno empero de vosotros de por sí, ame también á su mujer como á sí mismo; y la mujer reverncie á su marido."

Podemos aprender mucho sobre el matrimonio de estos versículos.
Para conocer el verdadero significado del matrimonio, hemos de conocer a Cristo y a la iglesia. El Señor aceptó cierta distorsión en cuanto al matrimonio bajo el Antiguo Pacto, pero no la puede aceptar bajo el Nuevo. Porque en el matrimonio, el marido representa a Cristo, y la esposa a la iglesia, lo cual no se conocía bajo el Antiguo Pacto.
Cuando los fariseos se acercaron a Jesús para preguntarle acerca del matrimonio, ellos tenían en mente las enseñanzas de Moisés dadas en Deuteronomio capítulo 24. Sin embargo, el Señor les llevó más atrás, a Génesis 2. Les dijo:

“Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mt. 19:8).

“Al principio no fue así”. Es el parámetro con que ha de medirse el matrimonio. Lo que está en el principio muestra el modelo original de Dios, y que expresa el deseo de su corazón. Lo posterior es el resultado de la incapacidad e irresponsabilidad del hombre para sostener aquel modelo. De manera que hemos de ver atentamente cómo fueron las cosas al principio, para así conocer el misterio que encierra el matrimonio.
Cuando Dios creó a Adán tuvo en mente a su Hijo, y cuando Dios creó a Eva como compañera de Adán, tuvo en mente a la iglesia. Lo primero es Cristo y la iglesia. No Adán y Eva; no el matrimonio de Adán y Eva, sino Cristo y la iglesia. El matrimonio es una réplica en el tiempo de aquella unión maravillosa y eterna de Cristo y la iglesia.
El misterio de Cristo y la iglesia –como todos los que Dios ha revelado en su evangelio–, no es develado a todos los hombres, sino solo a los que son de la fe: “Él respondiendo les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado” (Mat. 13:11). Estos misterios no son entendidos por carne y sangre, sino que son entendidos espiritualmente, por revelación del Espíritu Santo.

El matrimonio cristiano representa la unidad de Cristo con su iglesia, que es REAL y PERMANENTE (Efesios 5:31-32). No discernir el propósito del matrimonio cristiano, y destruirlo delante de los ojos del mundo por medio del divorcio, sería semejante a no discernir el propósito del pan y copa del Señor, y comerlo indignamente.
El Señor en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, nunca abandonó a su pueblo ni a su amada. El Mismo Dios nos da ejemplo con su comportamiento que a pesar de la infidelidad de Israel, Yawé nunca la abandonó, ni eligió otro pueblo. Tampoco se casó con otro pueblo sino que siempre esperó a Israel.
En el caso del Nuevo Testamento, a pesar de las infidelidades de la Iglesia –la Amada–, el Señor nunca la deja, ni busca otra, sino que ha dado su vida y su compromiso de fidelidad a ella por siempre.
2ª Timoteo 2:13: …“Si nosotros le fuéremos infieles, él permanece FIEL porque Él no puede negarse a sí mismo”…
Dice Efesios 5:32, que la relación Cristo-Iglesia es la representación mística de la relación y unión esposo/esposa, eso quiere decir que, así como Cristo nunca abandona a su esposa, tampoco debe ser así en el matrimonio.
¿No son estos ejemplos de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento, una razón contundente?
Así que, divorciarse por adulterio o por lo que sea y volverse a casar, no solo es pecado, sino falta de conocimiento bíblico de la fidelidad y del ejemplo de Dios.

SE DIVORCIO DIOS DE SU ISRAEL?

Muchos ven en Jeremías 3:8 un “ejemplo” de lo que Dios quiere en el matrimonio. Dicen que si el cónyuge se porta mal podemos divorciarnos como Dios hizo con Israel.
Si se analiza todo el pasaje y todos los mensajes de los profetas, como también la esencia misma de lo que es Dios, sabremos que El jamás tomaría la iniciativa de divorciarse de su pueblo. Se repite una y otra vez que fue el pueblo que se divorcio de Dios apartándose de sus leyes y yendo tras otros dioses.
Esto es muy importante de entender pues ciertamente en el mundo de pecado el divorcio si existe. Pero nunca por iniciativa de Dios ni de sus hijos fieles. Así como Dios no tuvo otra alternativa sino aceptar que su pueblo lo abandono, tal vez muchos creyentes tengamos que ser víctimas del abandono de nuestro cónyuge a través de un divorcio. La Biblia es clara que al quedar solos nuestras alternativas son solo dos y nada mas:

1. Buscar una reconciliación con nuestro cónyuge rebelde o
2. Quedarnos solos y célibes. 1 Corintios 7:10-11; Mateo 19:11-12

Dios es nuestro mejor ejemplo en esa actitud. Al momento que su pueblo se divorcia de El, siempre tomo la iniciativa de volverlo a rescatar para una reconciliación. Incluso en el relato posterior a Jeremías 3:8 encontramos que Dios les hablo del nuevo pacto: Jeremías 31.31–37
Esas promesas habrían de cumplirse! Dios siempre es fiel.

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