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sábado, 30 de diciembre de 2017

Devoción Matutina para Damas | Las palabras importan – parte 3

Devoción Matutina para Damas | Las palabras importan – parte 3

“¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!” (Sal. 43:5, NVI).

Porque las palabras importan, nosotras elegimos si seremos agentes de vida o portadores de muerte. Porque las palabras importan, reaccionan sobre el carácter. Nuestros pensamientos influyen sobre nuestras palabras. Nuestras palabras influyen sobre nosotras mismas y sobre otros. Los niños que son criados en un ambiente positivo, en el cual son comunes las palabras de afirmación y de motivación, son más propensos a desarrollarse en adultos resilientes, que toman iniciativas. Sin embargo, un niño proveniente de un ambiente negativo y condenador será reactivo, demostrará un uso pobre de la lógica y de las habilidades de razonamiento, y tendrá menores probabilidades de ser exitoso.
Tengo una práctica diaria que me ayuda a manejar mi mente y mi boca. Paso diez minutos concentrándome en palabras positivas, antes de comenzar el día. El libro Words Can Change Your Brain [Las palabras pueden cambiar tu cerebro], de Newberg y Waldman (2012), nos recuerda que solo necesitamos unos pocos segundos para probar el hecho neurológico de que las palabras pueden sanar o herir.
Mi atención concentrada en lo positivo, sumado a verbalizar mi positivismo, construyen un cerebro más resiliente y motivado. Durante el día, es más probable que piense pensamientos positivos sobre mí misma y las personas con las que ¡nteractúo en casa, en el trabajo o en cualquier otro lado.
La próxima vez que tu jefe, cónyuge, colega o hijo digan o hagan algo negativo, en lugar de contar hasta diez, prueba lo siguiente: sostén tu reacción y reemplázala con palabras positivas. Mientras la persona está hablando, mantón palabras positivas en tu mente. Por ejemplo, tu compañera de trabajo te está acusando injustamente, y lo que realmente deseas es interrumpirla y defenderte. En lugar de eso, te dices a ti misma: “Esta es una hija de Dios; Señor, por favor, ayúdame a representarte aun en este momento difícil”. Puede ser que necesites repetirlo un par de veces; estás entrenando tu cerebro. Las palabras afectan nuestra realidad, y cuando usamos palabras positivas para entrenar nuestros pensamientos y sentimientos, nuestras conductas serán positivas.
Las palabras realmente importan. La vida y la muerte están en nuestra lengua (ver Prov. 18:21), y nos elevamos al nivel de lo que confesamos. Por tanto, “Que diga el cobarde: ‘¡Soy un valiente!’ ” (Joel 3:10, NVI).
Señor, por favor, ayúdame hoy a concentrarme en pensamientos positivos, aun sobre la persona más difícil.

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