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viernes, 13 de abril de 2018

Sin arrepentimiento, sin perdón

*Sin arrepentimiento, sin perdón*
🌾 *Columna de apoyo de la verdad

Resulta claro en el libro de los Hechos 5:30,31, que el arrepentimiento acompaña al perdón. Leemos en el versículo 31, que Jesús fue ensalzado para dar «arrepentimiento y perdón de pecados.» Estas dos bendiciones se desprenden de las manos sagradas una vez clavadas al madero, de las manos de Aquel que ahora está en la gloria. Arrepentimiento y perdón están entrelazados por el propósito eterno de Dios. Lo que Dios ha juntado, no lo separe el hombre.

El arrepentimiento debe ser compañero del perdón, y verás que así es, pensando un poco sobre el caso. No es posible que se conceda el perdón a un pecador no arrepentido. Tal cosa le aprobaría sus malos caminos y le haría pensar poco en la culpa del pecado. Si el Señor dijera: «Tu amas el pecado, vives en él y vas de mal en peor, pero no importa, yo te perdono,» esto equivaldría a la proclamación de una infame libertad de pecar. Equivaldría a poner en duda los fundamentos de todo orden social, resultando de ello el desorden moral. No podría yo explicar los escándalos innumerables que resultarían ineludiblemente, si se pudieran separar el arrepentimiento y el perdón quitándose el pecado mientras que el pecador lo amara como siempre.

Es del todo natural que si creemos en La Santidad de Dios, es positivo que si continuamos en el pecado no queriendo arrepentirnos del mismo, no podemos esperar que Dios nos perdone, pero si, recogeremos las consecuencias de nuestra terquedad. Según la bondad infinita de Dios se nos promete que, si abandonamos nuestro pecado confesándolo, aceptando por fe la gracia que esta en Cristo Jesús, Dios «es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1Juan 1:9). Pero mientras tanto que Dios viva, no puede haber promesa de misericordia para los que continúan en sus malos caminos negándose a reconocer sus transgresiones. Ciertamente no hay rebelde que pueda esperar que su Rey le perdone mientras que prosiga en rebeldía manifiesta. Nadie puede ser tan loco que se imagine que el Juez de toda la tierra borre nuestros pecados, si rehusamos arrepentirnos y confesarlos nosotros mismos.

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