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lunes, 12 de febrero de 2018

Notas de Elena G. de White | La vida de fe

Notas de Elena G. de White | La vida de fe

La prueba de Abrahán fue la más severa que pudo recibir un ser humano. Si hubiera fracasado, nunca habría sido considerado como el padre de los fíeles… La lección sirvió para que brillara a través de los siglos. Para que aprendiéramos que no hay ninguna cosa demasiado preciosa para dársela a Dios. Nos aseguramos la bendición celestial cuando consideramos todo don como de propiedad del Señor, y para utilizarlo en su servicio. Devolvedle a Dios las posesiones que se os han confiado y más se os confiará. Mantened vuestras posesiones para vosotros mismos, y no recibiréis ninguna recompensa en esta vida y perderéis la recompensa de la vida venidera (Nuestra elevada vocación, p. 193).

Hay cristianos irreales que se mantienen demasiado cerca de las depresiones terrenales. Sus ojos están acostumbrados a ver solo las cosas comunes, y su mente se ocupa de lo que contemplan sus ojos. Su vida religiosa con frecuencia es superficial e insatisfactoria, y sus palabras son livianas y baladíes. ¿Cómo pueden los tales reflejar la imagen de Cristo? ¿Cómo pueden reflejar los rayos brillantes del Sol de justicia para que lleguen a todos los lugares oscuros de la tierra? Ser cristiano es ser semejante a Cristo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1097).

La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene. Por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos principios.

Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe de Dios, la única vida que puede producir desarrollo y eficiencia verdaderos (La educación, p. 253).

Debemos hacer todo lo que está de nuestra parte para pelear la buena batalla de la fe. Debemos luchar, trabajar, esforzamos y agonizar para entrar por la puerta estrecha. Debemos poner al Señor siempre delante de nosotros. Con manos limpias, con corazones puros, debemos tratar de honrar a Dios en todos nuestros caminos. Se ha provisto ayuda para nosotros por medio de Aquel que es poderoso para salvar. El espíritu de verdad y luz nos vivificará y renovará mediante sus misteriosas operaciones; porque todo nuestro progreso espiritual proviene de Dios, no de nosotros mismos. El obrero verdadero tendrá el poder divino en su ayuda, pero el indolente no será sostenido por el Espíritu de Dios…

Debemos alcanzar la norma más elevada, creyendo que Dios nos ayudará en nuestros esfuerzos. Si hemos de hallar, debemos buscar, y buscar con fe; debemos llamar, para que la puerta pueda abrirse ante nosotros… Debemos acudir a Cristo con fe, debemos ser diligentes para hacer nuestra vocación y elección seguras (Fe y obras, p. 48).

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