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lunes, 12 de febrero de 2018

Lección de Escuela Sabática | La vida de fe

Lección de Escuela Sabática | La vida de fe

Lee Génesis 22:1 al 12. ¿Qué nos dice esta historia acerca de la realidad de la fe de Abraham?

La vida de fe no es un acontecimiento aislado. No expresamos la fe en una manera poderosa solo una vez, para así demostrar que de hecho somos cristianos leales y fieles que vivimos por gracia y que estamos cubiertos por la sangre de Cristo.

Por ejemplo, el mundo religioso aún después de miles de años no deja de asombrarse por el acto de fe que Abraham mostró con Isaac en el Monte Moriah (Gén. 22). Sin embargo, este acto de fe no era algo que Abraham simplemente evocaba cuando lo necesitaba. Su vida previa de fidelidad y obediencia fue lo que le permitió hacer esto. Si hubiera sido infiel antes de este hecho, nunca habría pasado la prueba como lo hizo. E indudablemente, un hombre con ese tipo de fe seguramente también la experimentó después de este hecho.

Lo cierto es que la fe de un mayordomo tampoco es un acontecimiento aislado. Con el tiempo, se volverá cada vez más profunda y fuerte o cada vez más superficial y débil, dependiendo de cómo se ejerza la fe.

Lee Hebreos 12:2. ¿Qué nos dice esto acerca de la fuente de nuestra fe y de cómo tener fe?

Nuestro único recurso como fieles mayordomos es fijar la vista “en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:2). La palabra “consumador” se usa solo en este caso en el Nuevo Testamento y también puede traducirse como “perfeccionador”. Significa que Jesús tiene la intención de llevar nuestra fe a la madurez y plenitud (Heb. 6:1, 2). De modo que la fe, la vida de fe, es una experiencia dinámica: crece, madura y aumenta.

¿De qué manera has visto crecer y madurar tu fe con el tiempo? ¿O no creció?

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