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domingo, 21 de enero de 2018

Especial para ti. Orar por lo que falta

Especial para ti.

Orar por lo que falta


«Jehová, a ti he clamado; apresúrate a venir a mí; escucha mi voz cuando te invoque. Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde». Salmo 141: 1-2
Para algunos, la discapacidad es causa de desánimo; mientras que para otros, es un desafío y una oportunidad para confiar más en Dios. Adriana quería ser colportora, pero era muda. Sin embargo, pidió a Dios en oración que le concediera llegar a serlo. Así que el Señor le dio la oportunidad: comenzó a colportar tanto en zonas rurales como en urbanas. Ella dedicaba varias horas a la oración para poder hallar gracia ante los clientes que visitaría y para poder mostrar los libros sin decir una sola palabra, señalando los párrafos importantes y las ilustraciones de los libros que vendía.
Dios ha estado con ella, porque a pesar de no poder hablar, ha tenido mucho éxito en la venta de los libros y en hallar personas interesadas en el evangelio. Adriana gana almas para el reino celestial y vende muchos libros para su sostenimiento. ¿Cómo se presenta a la gente? ¿Cómo da los estudios bíblicos?
Cuando oramos, recibimos poder. El panorama se abre y vemos una ventana de oportunidades que, bien aprovechadas, nos llevan al éxito esperado. Es Dios quien actúa en favor nuestro y a través de nosotros. Solo necesitamos confiar en él y dedicar el tiempo necesario a la oración. Sin oración, no se obtienen los dones que muchas veces necesitamos, y que solo vienen de Dios. Él nos hace útiles en la vida y compensa nuestras carencias.
Cuando el rey David engrandeció a Mefi-boset, le devolvió las tierras de su abuelo Saúl, lo colocó como uno de sus hijos, y le dio una ración de comida de por vida en la mesa del rey. Lo mismo hace Dios con los hijos que lo buscan de todo corazón, orando constantemente para alcanzar misericordia delante del trono del Omnipotente.
La relación entre la oración y la recompensa es clara en esta cita: «Todos nuestros ruegos llegan al corazón de Dios cuando acudimos a él creyendo […]. Deberíamos pensar en nuestro Padre celestial como más dispuesto a ayudarnos de lo que un padre terrenal está dispuesto a ayudar a su hijo» (A fin de conocerle, p. 232). Si clamamos a Dios todos los días y le pedimos que nos capacite, él vendrá a nosotros y suplirá nuestras necesidades. Acudamos a Dios pidiendo que nos dé capacidades suficientes para honrar su santo nombre.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2018
FUENTES DE VIDA
David Javier Pérez

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