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jueves, 26 de abril de 2018

Notas de Elena G. de White | El Evangelio Eterno

Notas de Elena G. de White | El Evangelio Eterno

*La invitación del evangelio ha de ser dada a todo el mundo, “a toda nación y tribu y lengua y pueblo”. Apocalipsis 14:6. El último mensaje de amonestación y misericordia ha de iluminar el mundo entero con su gloria. Ha de llegar a toda clase de personas, ricas y pobres, encumbradas y humildes. “Ve por los caminos y por los vallados dice Cristo, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa”.*

*El mundo está pereciendo por falta del evangelio. Hay hambre de la Palabra de Dios. Hay pocos que predican esa Palabra sin mezclarla con la tradición humana. Aunque los hombres tienen la Biblia en mis manos, no reciben las bendiciones que Dios ha colocado en ella para los que la estudian. El Señor invita a sus siervos a llevar su mensaje a la gente. La Palabra de vida eterna debe ser dada a aquellos que están pereciendo en sus pecados…*

*En gran medida esto debe realizarse mediante un trabajo personal. Este fue el método de Cristo. Su obra se realizaba mayormente por medio de entrevistas personales. Dispensaba una fiel consideración al auditorio de una sola alma. Por medio de esa sola alma a menudo el mensaje se extendía a millares.*

*No hemos de esperar que las almas vengan a nosotros; debemos buscarlas donde estén. Cuando la palabra ha sido predicada en el pulpito, la obra solo ha comenzado. Hay multitudes que nunca recibirán el evangelio a menos que éste les sea llevado (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 180, 181).*

*Dios quiere que todos los hombres se salven, porque se ha hecho una amplia provisión para pagar el rescate del hombre, mediante su Hijo unigénito. Aquellos que perezcan, perecerán porque rehusarán ser adoptados como hijos de Dios a través de Jesucristo. El orgullo del hombre le impide que acepte la provisión para la salvación. Pero el mérito humano no bastará para admitir un hombre a la presencia de Dios. Lo que hace aceptable a un hombre delante de Dios, es la gracia impartida de Cristo, a través de la fe en su nombre. No se puede colocar ninguna confianza en las obras, ni en los felices vuelos de los sentimientos, como evidencia de que los hombres han sido elegidos por Dios, porque los elegidos lo son a través de Cristo.*

*Jesús dice: “Y al que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37. Cuando el pecador arrepentido acude a Cristo, consciente de su culpa y de su indignidad, comprendiendo que merece el castigo, pero confiando en la misericordia y el amor de Cristo, él no lo echará afuera. Se le concede el amor perdonador de Dios, y de su corazón surge gozosa gratitud por la infinita comprensión y el amor de su Salvador. Esa provisión fue hecha para él en los concilios celestiales, antes de la fundación del mundo, y la comprensión de ello, y de que Cristo tuvo que cargar con la penalidad que merecía la transgresión del hombre, e imputarle a él su justicia, lo abruma de asombro (Nuestra elevada vocación, p. 80).*

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