Al entrar en un nuevo año, hazlo con la ferviente resolución de dirigirte hacia adelante y hacia arriba. Sea tu vida más elevada y más exaltada de lo que jamás ha sido.Proponte no buscar tu propio interés y placer, sino hacer progresar la causa de tu Redentor. No permanezcas en una posición donde necesites ayuda, donde otros tengan que guardarte para conservarte en el camino estrecho. Puedes ser fuerte para ejercer en otros una influencia santificadora. Puedes hallarte donde el interés de tu alma se despierte para hacer bien a otros, para consolar a los entristecidos, fortalecer a los débiles, y dar tu testimonio por Cristo siempre que se presente la oportunidad. Ten por blanco honrar a Dios en todo, siempre y por doquiera. Pon tu religión en todo. Sé cabal en cuanto emprendas. 3TS 85.3
Sea para gloria de Dios cada resolución que tomes, cada trabajo que emprendas, cada placer que disfrutes. Sea éste el lenguaje de tu corazón: Yo soy tuyo, oh Dios, para vivir por ti, trabajar para ti y sufrir por ti. 3TS 85.4
Debes conducirte de tal manera que nadie necesite equivocarse acerca de ti. No puedes ejercer influencia en el mundo sin decisión.Tus resoluciones pueden ser buenas y sinceras, pero fracasarán a menos que hagas de Dios tu fortaleza y avances con firme resolución de propósito. Debes consagrar todo tu corazón a la causa y la obra de Dios.Debes desear sinceramente obtener experiencia en la vida cristiana.Debes ejemplificar a Cristo en tu vida. 3TS 86.2
Dios te invita a ser colaborador suyo en su viña. Empieza donde te encuentres. Ven a la cruz, y allí renuncia a ti mismo, al mundo y a todo ídolo. Acepta plenamente a Jesús en tu corazón. Te hallas en un lugar donde es difícil conservar la consagración y ejercer una influencia que aparte a otros del pecado, de los placeres y de la insensatez para que anden en el camino angosto, trazado para ser seguido por los redimidos del Señor. 3TS 87.1
Entrégate completamente a Dios; ríndelo todo sin reserva, y busca así la paz que sobrepuja todo entendimiento. No puedes obtener nutrición de Cristo a menos que estés en él. Si no estás en él, eres un sarmiento seco. No sientes tu necesidad de pureza y verdadera santidad. Debes sentir un ferviente deseo del Espíritu Santo, y orar fervorosamente para obtenerlo. No puedes esperar la bendición de Dios sin buscarla. Si empleas los recursos que se hallan a tu alcance, experimentarás un crecimiento en la gracia, y te elevarás a una vida superior. 3TS 87.2
Testimonios selectos tomo 3 pag 87